Categoría: noticias
Fecha: 28/05/2008


«Vine a Chile hace tres años y quedé preocupado. Vuelvo hoy y ahora sí que estoy muy preocupado, porque no veo que Chile tenga una estrategia de país».

La frase fue una de las primeras que usó ayer Michael Porter -profesor titular de Harvard y «gurú» mundial de la competitividad- cuando comenzó su análisis sobre la realidad chilena.

¿El resultado? Un diagnóstico crudo y crítico, que se extendió por más de una hora y media y que fue seguido atentamente por las más de ochocientas personas que repletaron el centro de eventos Espacio Riesco para asistir al seminario organizado por la Universidad del Desarrollo y la revista Capital.

Sus planteamientos -adelantados en parte por «El Mercurio» en la entrevista publicada el domingo pasado- se centraron principalmente en la ausencia de una estrategia a nivel de país, lo que repercute directamente en las cotas de crecimiento de largo plazo.

El experto cuestionó tanto al Gobierno como al sector privado de que Chile no aborde en su agenda los temas de mayor importancia con propuestas de gran envergadura, sino sólo con políticas pequeñas, que pese a estar bien enfocadas, no dan soluciones integrales a los problemas. «Hay que plantear un escenario de amplio debate público-privado sobre el futuro y el desarrollo económico. Pero no lo veo», dijo Porter a los asistentes.

Sostuvo que nuestro país cumplió muy bien la definición de una estrategia primaria hace algunas décadas, como es el ordenamiento macroeconómico, la apertura comercial y la fortaleza de sus instituciones. Pero todavía no ha dado el salto a una segunda etapa.

«Cada vez que vengo hay más tratados de libre comercio, pero no hay nada nuevo que vender. Siguen vendiendo lo mismo», ironizó, ante la risa cómplice de varios destacados ejecutivos asistentes a la presentación.

En su análisis, el académico y autor, a comienzos de los ochenta, del libro «La Ventaja Competitiva» -el más importante en esta área de la administración de los últimos treinta años- enumeró los problemas estructurales de la economía chilena que, a su juicio, están frenando la competitividad y, así, el crecimiento.

En concreto, dijo que las debilidades vienen por la mala educación pública, las rigideces laborales, las deficientes políticas energéticas -que no han dado paso a una estrategia de largo plazo- y la sobreponderación del Estado y del centralismo en la toma de decisiones.

Porter explicó que si estos problemas no se enfrentan de manera profunda y radical, no se podrá mejorar la competitividad. «No se puede esperar que las cosas se solucionen solas».

Incluso -y respecto de las rigideces laborales-, Porter cuestionó expresamente los últimos cambios aplicados en materia de subcontratación. «¿De quién fue la idea de la subcontratación? ¿Por qué queremos bloquearla? ¿Cuál es el raciocinio?, ¿qué es lo que están pensando en Chile?», les preguntó a los asistentes.

A juicio del «gurú», estas fallas estructurales hacen que Chile esté creciendo sistemáticamente menos que el promedio de la región en los últimos años. Y lanzó una crítica sin anestesia a las explicaciones del equipo económico de la Presidenta Michelle Bachelet. «Cuando se crece 4% con el mejor precio histórico del cobre, no se está creciendo… se va para abajo».

Culpó también de esta situación a la baja productividad. Mostrando gráficos con cifras muy coincidentes con las reveladas recientemente por economistas y gremios empresariales, Porter evidenció el casi nulo crecimiento de la productividad en los últimos años. «La competitividad se basa en la productividad. Y en esto Chile no está bien», manifestó. «Chile debería ser como los países del este europeo o Asia».

En cuanto a propuestas, planteó la necesidad de crear clústeres -conjuntos de negocios de una misma industria- en las áreas en las que Chile es competitivo, como cobre o agricultura, destacando el caso del vino. A nivel internacional, dijo que un ejemplo a seguir es Singapur.

El legado

Porter creó varios conceptos clave, como la «ventaja competitiva» y el análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA) para evaluar un negocio.

Por qué importa tanto la visión de Porter

Carlos Cáceres, ex ministro de Hacienda y académico de la Universidad del Desarrollo, explica que las teorías de Michael Porter han marcado la discusión mundial sobre competitividad en las últimas tres décadas. Su aporte, dice, viene de la creación del concepto de «ventaja competitiva», que primero formuló para las empresas y después aplicó para las economías de los países. Cáceres plantea que Porter revolucionó la mirada de la competitividad al obligar a las empresas y naciones a definir sus estrategias incorporando las ideas de ventajas y desventajas, tanto para ellos como para sus competidores.

Según él, Porter renovó la óptica de la competitividad, haciéndola dinámica y no estática, como se percibía hasta entonces. «Hasta ese momento, la mirada estaba puesta desde la perspectiva de los recursos naturales y de los recursos humanos», dice, agregando que el experto propuso una teoría en las que las ventajas competitivas pueden también crearse.

Jorge Tarziján, director del Instituto de Administración de la Universidad Católica, plantea que el modelo estratégico desarrollado por Porter es ampliamente utilizado tanto en las empresas como en las universidades. Uno de los aspectos más importantes para el académico chileno es que se logró sistematizar el análisis del entorno competitivo de las empresas, agregando una serie de herramientas de la microeconomía al análisis estratégico. De este punto surge el reconocido modelo de las cinco fuerzas de Porter, explica.

Otro punto relevante dentro del conocimiento desarrollado por Porter, según Tarziján, es su definición de las ventajas competitivas a partir de dos estrategias genéricas: diferenciación por costos y diferenciación por calidad. Cómo -explica el profesor de la UC- la investigación del economista estadounidense evolucionó hacia la exploración de las ventajas competitivas de los países y en qué se originan y sustentan.

Ismael Oliva, director del Programa de Alta Dirección de la Universidad de Chile, dice que Porter dio un salto importantísimo en el modelo de las organizaciones y de cómo se debe dirigir la estrategia de una empresa. Oliva explica que Porter tomó el análisis industrial que existía en su época y lo utilizó como herramienta para crear la estrategia de las empresas, pudiendo generar nuevas ventajas para el negocio.

Además de estos aportes, otro de los puntos más relevantes en la carrera del académico estadounidense fue la forma en la que «empaquetó» sus teorías, haciéndolas más cercanas para los ejecutivos. Esto logró que las ideas de Porter se expandieran a las empresas de todo el mundo. En este proceso también ayudó el hecho de que los planteamientos de estas teorías eran aplicables a diversas regiones, productos y situaciones, por lo que fue fácil llevarlas efectivamente a la práctica, explica el economista chileno.

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