Categoría: noticias
Fecha: 02/11/2006

Esa noche en Espacio Riesco será recordada como una de las más vistosas y contundentes de los últimos años en el terreno de los shows de música electrónica en vivo. Tras una correcta apertura de los chilenos Marciano, dúo comandado mediáticamente por Sergio Lagos y musicalmente por Rodrigo Castro, se dio paso a una progresión de beats y hip-hop a cargo del norteamericano Josh Davis, alias DJ Shadow. Y a la grandiosa fiesta organizada por los franceses tras las máscaras: Daft Punk.

Claudio Pérez

El californiano Josh Davis destacó con una presentación uniforme, aparentemente desconocida para la masa asistente que repletó el auditorio, porque era gente convocada por la electricidad del par de robots franceses más que por la trayectoria de este productor musical.

DJ Shadow contó con un set basado en interpretaciones libres de algunos de sus mayores éxitos en clave hip-hop, muy elegante, y en algunas aceleraciones de pulso que rozaron el drum and bass. Su trabajo se caracteriza por muestrear tramos de audio de distintas procedencias, haciéndolos convivir en un ambiente algo denso. Tiene cadencias oscuras pero en ocasiones se cargan de una energía única, sobre todo en el tratamiento de la percusión y con la aplicación de una de sus mayores destrezas: el scratching, un toque humanizador que deja entrever que Shadow es bastante más que un disparador de secuencias pregrabadas.

Su show fue acompañado en tres pantallas con imágenes realmente cautivantes. La mayor de éstas, en medio del escenario, se llenó de interesantes animaciones donde no faltaron citas gráficas contrarias al Presidente Bush y su gestión bélica. A la mitad del show invitó a su MC (maestro de ceremonias en la música hip-hop), quien trató de animar, rapear, cantar y hacer saltar al público a toda costa. Pero resultó quizás demsiado hostigoso, aunque efectivo a la hora de calentar los motores del público.

DJ Shadow es un referente importante dentro de la producción de música electrónica de la última década, sobre todo para quienes gustan del hip-hop abstracto y jazzy. En vivo echó mano a su repertorio más conocido, centrándose en sus discos Endtroducing (1996) y The private press (2002), cerrando con el infalible éxito «Organ d’onor».

Las máscaras
Lo que vendría a continuación, Daft Punk, resultó ser un show que se recordará como uno de los más potentes realizados en el último tiempo. Una presentación grandiosa, en la que mostraron éxitos de casi toda su discografía mezclados entre sí, con énfasis en su placa más reciente. Human after all (2005). De ella desprendieron algunas notables versiones como «Techonologic» en pulso electro, o un poderoso «Robot rock», estridente y punzante.

No faltaron los hits «Around the world» y «One more time», que, lógico, hicieron saltar a la multitud. Insertos en una especie de pirámide del Louvre, el par de enmascarados metálicos desplegó la fiesta, transportando al público a una dimensión futurista, con un diseño de escenario que está dentro de lo mejor que se ha visto en Chile. El espectacular despliegue de la iluminación contó con una sincronía que no dio espacio alguno a descuadres: secuencias de colores e imágenes incrustadas en la pirámide, en los soportes laterales y en una gran pantalla de fondo, fueron avanzando en efectividad desde recursos simples hasta los apoteósicos efectos alucinantes.

Y si a eso sumamos la potencia de la música en sí misma, básicamente una mezcla de electrónica de raíz house y electro, en una dinámica en vivo contagiosa y diseñada para hacer bailar, hicieron que lo adhesivo de sus éxitos se transformara en un verdadero placer.

Daft Punk apunta a una simpleza refinada, básica y dura, pero que ha sido llevada a un plano extremo, montando sus melodías herederas de la música disco y el funk sobre una refrescante visión de la pista de baile. Para algunos su trabajo puede parecer monótono y aburrido, por lo reiterativo tal vez. Cuestión de gustos. Pero quiéranlo o no Daft Punk representa musicalmente una forma de pop electrónico radical, situado en la cúspide de la pirámide a nivel mundial por su calidad.

El show completo fue de una coherencia y solidez artística que se echa de menos en la música electrónica de masas, una clase magistral de recursos tecnológicos de punta al servicio de la entretención y también del arte. Una presentación que dará que hablar durante mucho tiempo.

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03 de Noviembre 2006

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